sábado, 15 de enero de 2022

La Niña y el Naranjo



La Niña y el Naranjo 
    
     Desde hace siglos la historia de ‘la Niña y el Naranjo’ ha sido pasada de generación a generación en el pueblo de Higüey. Es una “historia oral” cuyos elementos principales no se han cambiado: 

    La historia de ‘la Niña y el Naranjo’ 
    Hace cinco siglos vivía cerca al río Duey uno de los antiguos colonizadores españoles. En una ocasión el buen hombre emprendió un viaje a Santo Domingo, llevando el encargo de sus dos hijas; 
    — la mayor pidió que le llevase vestidos, cintas, encajes y otros aderezos; 
    — la otra, -a quién llamaba “la Niña”-, encargó a su padre una estampa de la Virgen de la Altagracia.
    Extraño fue para él, porque nunca había oído hablar de tal virgen. 
    De regreso a su hogar, llevaba el amoroso padre el hondo pesar de no haber conseguido la Virgen de la Altagracia para la Niña. 
Los tres ahijados del autor en "Los Dos Ríos"

    Los Dos Ríos 
    Al pasar por Los Dos Ríos, pernoctó en la casa de un viejo amigo. Durante la cena, manifestó su pena por no llevar el encargo que le había hecho su hija predilecta. 
    Con eso, un anciano dijo: “¿Qué no existe la Virgen de la Altagracia? Yo la traigo conmigo”. Y echando mano de su alforja, desenvolvió una pintura en lienzo de una preciosa imagen que era la de María de rodillas, adorando a un recién nacido que estaba en una cuna. San José se veía detrás de ella envuelto en su manto de noche, con una vela encendida. 
     Extendiendo su diestra, el venerable anciano añadió: “Toma, llévasela a la niña”. 

    El Antiguo Santuario 
    Cuenta la tradición que el padre vivió en una hacienda donde hoy se encuentra el Antiguo Santuario, y que fue allí donde él entregó a su hija el tan esperado regalo. 
    
    El Naranjo 
    La tradición insiste en contar que en uno de aquellos primeros días, a pesar de la vigilancia y la custodia de la familia, el cuadro desapareció. 
    Fue encontrada en lo alto de un frondoso naranjo, desplegada y extendida como para ser contemplada en toda su luminosa belleza. La imagen fue devuelta al hogar, pero una y otra vez el prodigio se repitió, siempre desapareciendo del hogar para encontrarse tendido en lo alto del naranjo. 

    El lugar santo 
    Tanto el señor cura como la familia estuvieron de acuerdo en erigir una capilla junto al naranjo. Era claro que el naranjo señalaba el lugar escogido por el cielo para la Virgen de Altagracia.
    Ángeles del cielo debían guardar por siempre aquel lugar santo. Y como si la ofrenda de un alma pura fuese la señal del pacto eterno entre la Virgen y el pueblo dominicano, en los días que siguieron a aquel prodigio, la niña murió, su alma voló al cielo y su cuerpo fue sepultado al pie del naranjo. 
    (De la versión de Mons. Juan Félix Pepén Solimán, el primer obispo de la Altagracia) 
 __________________________________________________ 


Mosaico de Said Musa donde el naranjo

Higüey hoy día 
    Siempre se ha cultivado un árbol de naranjos en el patio pequeño a la espalda del Altar Mayor del Antiguo Santuario. Desde tiempo inmemorial el pueblo de Higüey ha insistido -sin duda alguna-, que éste es el punto preciso donde el hacendado de la historia oral encontró el cuadro de la Virgen en la copa de un naranjo, mirando hacia el pueblo de Higüey. Hoy día, cuando se seca un naranjo, se siembra otro. Pero siempre hay un naranjo en este lugar santo, señal del pacto eterno entre La Virgen y el pueblo dominicano. 
    Como escribió el primer Obispo de la Altagracia: “Ángeles del cielo debían guardar por siempre aquel lugar santo”. 


    El Medallón de la Niña 
    Al fondo del Antiguo Santuario, por atrás del altar, inmediatamente por arriba del nicho del cuadro, se puede vislumbrar un medallón de orfebrería del Siglo XVI. Hay una joven dando a beber a una paloma asentada sobre su hombro. A su espalda se puede divisar la rama de un naranjo. 
    Puede ser que sea la “niña” de la historia oral que pidió a su padre que le trajera una estampa de la “Altagracia”. 
    El medallón fue hecho entre los años 1572 y 1600. Es decir, todavía estaban vivos algunos de los que participaron en el traslado de la Villa en 1517-1518 y -por ende-, conocieron personalmente a la niña de la historia oral. Es otro detalle para confirmar la historia de “la niña y el naranjo”. 


    El “Antiguo Santuario” 
    La primera iglesia en Higüey era de madera. Se sustituyó por un templo que se construyó entre los años 1568 y 1572. Es esencialmente la misma Iglesia que hoy día se llama el “Antiguo Santuario”. 
    La Ciudad de Higüey 
   La ciudad de Higüey es única en toda América Latina. Es la única ciudad en todo el continente que no tenía su iglesia parroquial en la plaza mayor, sino totalmente fuera de la ciudad original. 
    En los años 1517-1518, la “Villa de Salvaleón de Higüey” se trasladó desde San Rafael de Yuma, (unos 24 kilómetros al sur) hasta Laguna Llana, -un kilómetro mas o menos-, río abajo de dónde el puente actual cruza el río Duey.
    Pero, la capilla (que mas tarde se convirtió en parroquia) no se construyó en Laguna Llana, sino a más de un kilometro de distancia, cuesta arriba, en el punto donde la llanura empieza a caer hacia el río Duey. 
    Hay una sola posible explicación para esta anomalía: que la historia oral de la “Niña y el naranjo” es verdad y que, efectivamente, el naranjo creció donde actualmente se encuentra el “Antiguo Santuario”.
 __________________________________________________ 

    El lugar de las “historias orales” en el trabajo del historiador. 
    Desde tiempo inmemorial la buena gente de Higüey ha contado a sus hijos cómo el cuadro de la Altagracia se había encontrado en las ramas de un naranjo, donde ahora está el Antiguo Santuario. La misma historia oral se ha contado en cada casa, y en cada calle de todo Higüey desde hace siglos. Era y es una verdad conservada en la memoria colectiva del pueblo. 
    Los “cuentos de viejas” han sido el sujeto de burlas y chistes por mucho tiempo. Sin embargo, hoy día los investigadores serios están dando más y más importancia a las “historias orales”. 
    Claro que cada persona tiene su propio uso del idioma, y es capaz de añadir “elaboraciones” para clarificar lo que está diciendo, pero normalmente los elementos esenciales de una historia oral son los mismos, no importa quién la cuente.        Efectivamente, las historias orales no son meramente elementos decorativos. Muchas veces corrigen y completan la historia escrita, y siempre muestran la importancia verdadera para el pueblo mismo. 
    
    Un ejemplo de una Historia Social 
    En los últimos años he vivido de cerca la experiencia de cuidar una “historia oral”. Es que soy miembro de la “Comunidad Siervos de Cristo Vivo”, fundada por el Padre Emiliano Tardif. Hay un grupo de nosotros que trabajamos con él por muchos años, hasta que llegó su llamada a la patria celestial en el año 1999. 
    Ahora bien, la “fama” del Padre Emiliano no ha dejado de aumentar. A la vez, han aparecido anécdotas de él, con unos detalles que estaban bastante lejos a la verdad. Recuerdo una persona que describió con mucha elegancia los ojos de marrón profundo del Padre Emiliano… excepto - ¡sus ojos eran azules! Claro, yo le corregí. 
    Al hablar con otros miembros de nuestra comunidad, me di cuenta que todos estábamos en constante vigilia para guardar una memoria verdadera del Padre, siempre atentos a los “inventos”. Estamos los guardianes de nuestra propia “historia oral” y no permitimos a nadie distorsionarla. 
    Ahora entiendo el celo de la buena gente de Higüey que guardan su "historia oral" de la Niña y el Naranjo. 

    El cuadro de la Altagracia 
    Todo este preámbulo es para dar fuerza a la importancia de la “historia oral” sobre los orígines de la Altagracia en Higüey. 

    Conclusión 
    La moraleja es que normalmente las historias orales son correctas, mientras que los expertos no siempre atinan en sus investigaciones. 
    La historia oral de que el Cuadro de la Altagracia apareció en la copa de un naranjo se puede injertar sin reservas a los eventos del siglo XVI, para completar la historia de los orígenes de Higüey. 
    En la historia oral, no hay mención de un traslado del cuadro desde el Higüey original (frente a la Casa de Ponce de León, unos 24 kilómetros al sur del actual Higüey). Tampoco hay mención de que ya existía una Iglesia en el “nuevo” Higüey. (Si existiera, no hubiera habido necesidad de construir una capilla donde estaba el naranjo). 
     Así que podemos afirmar con bastante seguridad que el cuadro de la Altagracia llegó a Higüey en, o poco tiempo después del año 1517 ⁄ 18, (la fecha del traslado del pueblo) y que el cuento de la niña y el naranjo es probablemente la verdad.

1 comentario:

GIRASOLESLENIA dijo...

Leer esta historia me ha hecho volver a ser niña sentada escuchando a mis padres contar esta historia que yo tantos años adore. Gracias por escribirla, por compartir la. Eres grande entre los grandes. Dios siempre esté contigo.