domingo, 10 de diciembre de 2023

Adviento


 

Es ahora cuando nos acercamos 

A lo más profundo del invierno,

al fin de los tiempos y de la felicidad,

donde predomina 

el frío, las noches largas, y la lluvia sin cesar.

 

Se parece a un pozo profundo.

Estamos atrapados al fondo, 

sin pasado ni futuro, 

sobreviviendo en la soledad del presente,

aislado del mundo y absolutamente solos.

 

Y en nuestra desesperación levantamos los ojos,

para ver -desde el fondo del pozo-, 

al cielo negro de medianoche,

salpicado por una sola estrella

que ilumina nuestra salida.

 

Trepamos las paredes del pozo,

subiendo para salir y seguir a la estrella 

que nos invita a una cueva fuera de Belén,

y a una joven amamantado a su hijo:

el Hijo de Dios.

 

Y nos caemos de bruces al suelo, 

anonadados, asombrados y asustados:

estamos en la presencia real.

No podemos más que adorarle y contemplarle,

Dios en medio de nosotros.

 

Por fuera un gallo canta en la noche

y los ángeles del cielo le acompañan

con “Gloria a Dios en el cielo,

y paz a los hombres de buena voluntad”.

Y retumbaban los ecos en el silencia de la madrugada.