jueves, 1 de octubre de 1987

Católico

 SI  SOY  CATOLICO  ES  POR  MARÍA
Revista Alabanza No. 77,
Sept, Oct 1987
    Yo me llamo John Fleury. Soy británico.
    Me bauticé y crecí en la Iglesia Anglicana. Esta es la iglesia fundada por el rey Enrique VIII (el de las seis esposas) en 1539, cuando él nos separó de la obediencia al Papa por razones que hoy en día llamaríamos "inherencia extranjera en la soberanía del país".
    La decisión del rey causó un gran revuelo, provocando reacciones fuertes y el martirio de muchos; primero los católicos, y más tarde entre los anglicanos. La herencia de estos años, dejó una herida profunda en el pueblo inglés y un antagonismo instintivo contra la Iglesia Católica.
    Todavía los niños ingleses celebran una fiesta anti-católica cada día cinco de noviembre, en la cual se quema una muñeca del tamaño de un hombre sobre una hoguera, y hay fuegos artificiales y cosas para comer. Esta fecha es el aniversario del ajusticiamiento de un tal "Guy Fawkes" —un católico que fue capturado a punto de volar el Parlamento (con el Rey, los Lores y los representantes del pueblo por dentro) el día cinco de noviembre de 1605.
    La memoria colectiva de un pueblo es larga y muy cruel, y yo -siendo inglés-, soy heredero del odio y prejuicio ciego de aquel entonces. Esta herencia nacional se manifiesta principalmente en un repertorio de chistes crueles y vulgares, que hacen a la Iglesia Católica parecer ridícula y en una sordera a todo comentario que hable bien de "los de Roma".
 
    Bautismo en el Espíritu
    En 1972 me trasladé a Madrid, España, por razones de trabajo. Llevé conmigo toda mi cultura anti-católica.
    Dos años más tarde, la gracia del Señor me alcanzó y recibí el bautismo en el Espíritu Santo el 27 de agosto de 1974. No hay duda que este fue el día más importante de mi vida. Desde entonces toda mi vida ha cambiado y nada ha quedado igual.
    Pero, volviendo a aquel verano de 1974... yo tuve un problema: la pequeña iglesia anglicana en Madrid carecía de la espiritualidad necesaria para aceptar un "carismático" como a un hermano más y el Espíritu estaba llevándome a buscar, fuera donde fuera, el compartir y la comunidad.
    Yo me di cuenta que habían "carismáticos", tanto entre las pocas iglesias protestantes, como ¡sorpresa! entre los católicos. Entonces, como a mí no me gustaban los excesos emocionales de los protestantes, me encontré gravitando hacia un grupo de oración católico. Pero, por supuesto, mis prejuicios me mantuvieron bien alerta a cualquier atentado a "capturarme" y seguí asistiendo a la Iglesia Anglicana los domingos.
    Dos años más tarde, me casé con Nidia —una dominicana, una católica carismática practicante. Nosotros no vimos ninguna contradicción en pertenecer a distintas iglesias. Ella era catequista en la suya. Yo en la mía. Los dos pertenecíamos a un grupo de oración católico y yo estaba compartiendo abiertamente con católicos, tanto en los grupos como en la iglesia.
 
    Los prejuicios al revés
    A la vez empecé a sufrir por los prejuicios que tienen los católicos… una imagen en el espejo de los prejuicios nuestros para con ellos. Son incontables las veces que se me recordaba que no pertenecía a "la católica", tanto por los comentarios inocentes y espontáneos de los laicos, como por las palabras medidas y pensadas (pero no pensadas en la báscula del amor) de los servidores y los sacerdotes.
    Basta recordar aquel domingo increíble cuando fui echado físicamente de una iglesia en Madrid por un sacerdote quien me agarró por el brazo y gritó, para que todos en la Misa pudieran oír: "¡ Fuera, fuera!  ¡La cola del diablo metiéndose en la iglesia!" Recuerdo que fui a casa y lloré. Supe que ésta no era la voz de Cristo. Tampoco parecía la voz católica que estaba aprendiendo a conocer.
    Doy gracias a Dios por los tantos católicos que vinieron a buscarme y a pedirme perdón.
    Y así me acerqué más y más a la Iglesia Católica, integrándome plenamente en el grupo de oración "Maranatha" y participando como miembro de su equipo de intercesión que rezaba con las personas con problemas.
 
    Las Diferencias
Intelectualmente hay tres diferencias de importancia entre las iglesias anglicana y católica, de las cuales, dos no presentaron ningún problema para mí:
    1.   La presencia real. Siempre había entendido que Jesús realmente está presente en la Eucaristía.
    2.   La infalibilidad del Papa. 
    3.   María. Allí vino el problema: Toda mi vida me había enseñado que los católicos adoran a las imágenes, especialmente la de María;
 
La intercesión
Sin embargo, todo eso cambió a raíz de un retiro sobre el ministerio de intercesión. El dirigente fue el Padre Nicolás, de Venezuela. Recuerdo que estaba impactado por la profundidad de su enseñanza sobre los carismas.  Me explicó mucho de lo que yo había experimentado y jamás había atrevido compartir con nadie. Pero, a la vez, estaba golpeado por el libre uso del nombre de "María" en casi cada frase que salía de sus labios.
    Salí del retiro un poco desconcertado: ¿Cómo puede un hombre compaginar tanto con mi propia experiencia y tener tanto afecto por María? Hay que ser honesto consigo mismo.  Resolví dar a María "un chance". Así que, en las próximas reuniones del grupo de intercesión, añadí una oración cada vez, pidiendo a María que intercediera también. Lo hizo objetivamente, sin ningún prejuicio, ni a favor ni contra... y rezando de verdad.
    Rezamos con nueve personas por un abanico de problemas: sanación física, sanación interior, sanación de memorias, etc. Los frutos de las intercesiones de María hablan por sí mismos: de los nueve casos por los cuales rezamos: ¡un total de nueve se sanaron! Los resultados fueron 100%  ¡La intercesión de María funcionó!
 
    Recibido en la Iglesia
Así que yo quedé convencido —no por los dogmas o las doctrinas, sino porque funciona, la intercesión de María funciona.
Ya resuelto el único problema que me separaba de los católicos, tomé la decisión de entrar en la Iglesia y un día tan significativo como el 5 de noviembre, deposité mi aplicación en el Arzobispado de Madrid.
    Sin embargo, no fue nada fácil. No puedo ni empezar a describir las tensiones que sentí por dentro. Mi espíritu supo que tenía que hacerlo, pero todo mi ser estaba en conflicto. Estaba confrontando toda una vida de prejuicios. El trauma se manifestó físicamente con una erupción grande en mi nariz. Jamás olvidaré cuando mi madre me hizo una llamada telefónica internacional desde Inglaterra, implorándome no hacerlo y llorando porque su hijo estaba a punto de hacerse católico. Treinta minutos de llantos y ruegos, pidiéndome reconsiderarlo... pero ya había tomado mi decisión.
    El día 15 de noviembre estaba recibido en la Iglesia Católica, convencido por la misma María que por tanto tiempo había sido al impedimento más grande.
 
    Y ahora
    Si soy católico, es por “culpa” de María. Si soy de María, es porque ella misma me ha mostrado su verdadero lugar en los planes Je Dios.
    Todavía veo con mucha reserva los excesos de los católicos. Todavía cuestiono el silencio de tantos sacerdotes. Pero sé que pertenezco a la Iglesia que Jesús fundó. Sólo siendo católico, puedo yo mantener la conciencia tranquila. Reconozco a María como mi madre y doy gracias a ella porque me escuchó…
 
Foto
Leyendo la "Profesión de Fé" en la misa donde John Fleury ingresó en la Iglesia Católica.