viernes, 14 de enero de 2022

La Batalla de La Limonade, el 21 de Enero



La Altagracia y el "Milagro" de La Limonade
Según el calendario litúrgico, la fiesta de la Altagracia debe celebrarse el 15 de agosto.  Sin embargo, la celebramos el 21 de enero.  La razón es la siguiente:
El 21 de enero de 1691 los criollos españoles alcanzaron un triunfo resonante sobre los franceses en la Batalla de Sabana Grande de La Limonade, cerca de Cabo Haitiano.
Las consecuencias políticas eran de poca duración.  Sin embargo, las circunstancias insólitas de la victoria motivaron a un fervor popular por Nuestra Señora de Altagracia que ha seguido aumentando a través de los siglos hasta el día de hoy.

¡Un milagro patente!
La primera circunstancia insólita fue que todos y cada uno de los voluntarios de Higüey volvieron sanos y salvos, sin rasguño alguno.  A pesar de que los que se lanzaron a la maniobra arriesgada que ganó la batalla fueron ellos mismos.
La segunda circunstancia insólita fue que -antes de marchar a la guerra-, estos mismos voluntarios se habían encomendado bajo la protección de Nuestra Señora de Altagracia, con la promesa de celebrar una Misa de Acción de Gracias, si volvían sanos y salvos.
Efectivamente, los mismos protagonistas de la victoria salieron totalmente ilesos.  Todos y cada uno de ellos volvieron a Higüey sin rasguño alguno – ¡era un milagro patente!

Nuestra Señora de Altagracia
Antes de marchar a la guerra, 
los voluntarios de Higüey 
se encomendaron 
bajo la protección 
de Nuestra Señora de Altagracia.

Sanos y salvos
En aquel entonces la guerra era mucho más peligrosa que hoy.  Las balas eran de “baja velocidad”, y no atravesaban el cuerpo sellando la herida con su calor -como las balas de “alta velocidad” de nuestro siglo-, sino entraban, arrastrando piezas de tela sucia que infectaron la herida.  Sin los antibióticos de nuestro siglo, la única forma de salvar una vida amenazada por infección era la amputación del miembro herido.  Efectivamente más personas murieron por heridas infectadas, que por los golpes recibidos durante la batalla.
Se puede imaginar a las familias de los que habían marchado a la guerra, rezando y orando para que se devolviera a sus amados con vida, aunque les faltara un brazo o una pierna.
Ignacio Pérez Caro escribió que, en Santo Domingo, en la madrugada del 21 de enero, 1691, “desde las dos de la mañana se abrieron todos los templos, que con los repiques de campanas convidaban a los fieles a que acudiesen a rogar a Dios por el buen suceso de nuestras armas, y todo el que desde aquella hora, se gastó en devotos ejercicios de misas, sermones, procesiones y comuniones, estando en todas partes descubierto el Santísimo Sacramento, bajo cuya nube divina intercedieron aquel día a casi la misma hora de la batalla”.
Entonces, el hecho de que todos y cada uno de los voluntarios de Higüey -que se habían encomendado bajo la protección de Nuestra Señora de Altagracia-, volvieron sanos y salvos, sin rasguño alguno, fue visto como una clara contestación a sus oraciones y un milagro patente. (1)

La Batalla de La Limonade
A las 10:00 de la mañana, una hora después de empezar la batalla, los voluntarios de Higüey subieron por atrás de la loma de Duclée, sorprendieron y eliminaron por completo a la plana mayor de los franceses. 

La maniobra arriesgada que ganó la batalla
El lado sur de la sabana de La Limonade está bordeada por una hilera de montañas empinadas y escarpadas.  Entre las montañas al sur, y -al norte- los manglares y las salinas al borde del mar, se puede medir poco más de un kilómetro de llanura.  Para llegar a Guarico (hoy Cabo Haitiano) era preciso entrar y pasar por este “cuello de botella”.
En este estrecho frente los franceses montaron su línea de batalla a lo largo de la cañada “de Capitaine François”.  La plana mayor se ubicó sobre la pequeña loma de Duclée -la última colina bajita de la hilera de montañas al sur-, desde donde se puede observar todo el campo de batalla. 
Según las crónicas de aquél tiempo, los voluntarios (entre los cuales se encontraron nuestros héroes de Higüey) fueron enviados al ala sur, con órdenes de “tenderse en tierra”, y no acometerse hasta oír la orden: “¡Avanza!”
A las 10:00 de la mañana, una hora después de empezar la batalla, ocurrió el acontecimiento insólito que selló la derrota de las fuerzas francesas:  los voluntarios escondidos de Higüey subieron por atrás de la loma de Duclée.  Sorprendieron y -en el acto-, eliminaron por completo a la plana mayor de los franceses.  Murieron 32 oficiales, incluyendo el gobernador Tarin De Cussy y su teniente general Fransquenay.  Solamente un sargento mayor escapó con vida.
Al ver -desde lejos-, la masacre de su alto mando, los franceses rompieron fila y huyeron, dejando a los españoles con una victoria contundente.

Un testimonio:
Carlos de Sigüenza nos cuenta: “el Maestre de Campo D. Francisco de Segura con sus isleños… comenzó su marcha casi de noche, con orden de que al romperse la guerra se tendiesen en tierra los lanceros y que no se acometiesen hasta oír ¡Avanza!
… se dio voz á los lanceros para que avanzasen… se levantaron estos como si fueran leones, y partiendo con ligereza sobre el enemigo… en muy breve espacio… huyendo los franceses por aquellos bosques como si fueran gamos.  Los nuestros, dándole primero gracias a Dios, cantaron victoria”.

La isla de La  Española en 1691
En 1690 los franceses atacaron y quemaron a Santiago de los Caballeros.  El 21 de enero de 1691 los criollos españoles alcanzaron un triunfo resonante contra los franceses en la Batalla de Sabana Grande de La Limonade, cerca de Cabo Haitiano. 

Comentario de un historiador
Fray Cipriano de Utrera escribe:  “Los lanceros … correspondientes al Este … alistándose en calidad de buenos “artistas” del machete … estuvieron debajo de las órdenes de don Pedro Miniel que mandaba a los lanceros que permanecieron pecho por tierra hasta recibir orden de levantarse y acometer, sea que los propios lanceros (se entienden como los macheteros de Higüey y de El Seibo), … al espantable y terrible machete en combinación con las demás armas, se debió, que cercenada la cabeza del gobernador francés y las de sus oficiales, el triunfo se lo anotaron por suyo los españoles”.

Un detalle
Carlos de Sigüenza nos cuenta: “De los primeros cadáveres que se reconocieron fue el Monsieur Cussy… siete golpes de lanza… le quitaron la vida…  Es cierto que un lancero, a quien entregándole el bastón de mando le pedía cuartel (al no entender lo que decía, ni reconocerle) sin ayuda de otra mano, lo hizo pedazos”. 

La primera fiesta de la Altagracia del 21 de enero
Así que, en el año 1692 -el primer aniversario de la batalla- estos mismos voluntarios que se habían encomendado bajo la protección de Nuestra Señora de Altagracia, ya de regreso a Higüey y totalmente ilesos, celebraron una Misa de Acción de Gracias en la iglesia parroquial de Higüey, para cumplir con la promesa a su protectora, Nuestra Señora de Altagracia – ¡había sido un milagro patente!

La Iglesia se pronuncia
Cien años más tarde el Arzobispo Isidoro Rodríguez Lorenzo escribe: “El triunfo de La Limonade se le atribuye a la intercesión de la Altagracia, a quien se le hizo el voto de celebrarle una gran fiesta, si los criollos regresaban sanos y salvos.  El voto se cumplió en 1692 y la fiesta permaneció y creció hasta nuestros días”.

El Antiguo Santuario de Higüey
Parece que el fervor popular por la devoción a la Altagracia se fortaleció considerablemente y quizás exageradamente, alcanzando tantos extremos que, el 11 de abril 1694 (solamente tres años después de la batalla de La Limonade) las autoridades municipales de Higüey quitaron el nombre de Nuestra Señora de Altagracia, y declararon a San Dionisio como el patrono de la iglesia parroquial, una resolución confirmada por el Arzobispo de Santo Domingo ocho días más tarde.  Hasta el día de hoy el Antiguo Santuario se llama “San Dionisio”. 

Hoy día
El pueblo dominicano no olvida su historia.  Así que, desde entonces, al llegar a la fecha del 21 de enero de cada año, el pueblo dominicano acostumbra dar gracias a Nuestra Señora de Altagracia por proteger a los que se habían encomendado bajo su protección, tanto en la batalla de La Limonade contra los Franceses en 1691, como hoy día por la protección, intercesión y milagros que se han manifestado contra las pruebas y dificultades de una vida que tiene tantas dificultades y tan poca misericordia.

La Fiesta de la Altagracia en el 21 de enero
    En el año 1897 la Santa Sede le concedió a la Altagracia su propio Oficio Divino y Misa.  
En 1924 el Gobierno Dominicano declaró el 21 de enero una fiesta nacional.  
En 1927 la Iglesia proclamó la Fiesta de la Altagracia una Fiesta de Precepto.
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En el año 2001 identificamos el sitio de la Batalla de “Sabana Grande de La Limonade”, y la Loma de Duclée que dominaba el campo de combate.  Es aquí donde la plana mayor Francesa estaba observando y mandando órdenes a sus tropas, cuando los voluntarios de Higüey los sorprendieron y eliminaron.
Tratemos de interesar a las autoridades -tanto de la Iglesia como del gobierno-, de la importancia histórica del lugar, pero las prioridades haitianas son más inmediatos y urgentes, y recibimos reacciones educadas pero desinteresadas.
Desde entonces, se ha eliminado la loma misma por completo, por la excavación de grava y gravilla para la construcción de carreteras.
Nada queda de la colina que dominaba el campo de batalla.
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 COMENTARIOS 
     1. Una confrontación entre blancos europeos y sus descendientes 
     Es importante resaltar que no era una batalla entre “dominicanos” y “haitianos”. Faltaban 113 años para la independencia de Haití, y 130 años hasta la “independencia efímera” dominicana. Claro que no había esclavo alguno presente, porque nadie entregaría armas a un esclavo. Efectivamente era una confrontación entre blancos europeos y sus descendientes (los criollos, algunos pardos) que vivían en la isla. 

     2. La Bandera del Ejercito 
     Aunque Don Ignacio Pérez Caro nos cuenta que “En el cuerpo de la Batalla, estaba un lienzo con la imagen sagrada de Nuestra Señora de las Mercedes con la persona del General”... los voluntarios de Higüey y El Seibo se habían puesto bajo la protección de la Virgen de Altagracia antes de partir de Higüey, y al volver “sanos y salvos”, dedicaban una Misa en “Acción de Gracias” a la Virgen de Altagracia.

    3. ¿Porque no hay mención de los Higüeyanos 
   en los despachos oficiales de la Batalle de La Limonade? 
     El Maestre de Campo, D. Francisco de Segura, era un profesional con experiencia militar y ambición política. Tuvo un ejército de 2,000 soldados profesionales, traído de Méjico. 
    Los voluntarios de Higüey no tenían experiencia alguna de la realidad sangrienta de una batalla, ni la disciplina militar necesaria para mantenerse firmes cara a los salvos de fuego del enemigo. Habría sido una distinta probabilidad que los voluntarios se habrían asustado y huido en el calor del momento, arrastrando a los soldados profesionales con ellos. Así que, era prudente la decisión de apartar los voluntarios de los soldados profesionales, y enviarles a esconderse en una ala, pendiente de órdenes. 
    El informe oficial de la batalla era sumamente importante para el futuro de los oficiales profesionales. No era exactamente “necesario” mencionar que un grupo de voluntarios sin experiencia habían sido los protagonistas en el momento decisivo de la batalla
    A la vez, la intervención de los voluntarios era solamente un momento breve en la mañana del primer día de la batalla. Nada más. El ejército profesional pasó las próximas dos semanas buscando a los soldados franceses que huyeron, y tomando posesión del pueblo que hoy día se llama Cap Haitién. 
     Para los voluntarios de Higüey, la vuelta a casa no los había llevado por Santo Domingo. Seguramente volvieron a casa (con botín y llevando ganado), por el largo del valle del Cibao, hasta La Vega, Cotuí, Sabana Grande de Boya, Monte Plata, Bayaguana, Hato Mayor e Higüey. Así que, nadie en Santo Domingo habría oído su versión de la batalla.
   La celebración de la victoria, al año, ocurrió en Higüey, y era desde Higüey que empezó a salir la fama de su hazaña. Conclusión: 
    Las historias de las batallas se escriben para complacer a los oficiales. 

4. La Virgen de Altagracia en otras batallas 
    Hay una semejanza marcada entre el acontecimiento extraordinario de la Limonade -donde los que habían sido puestos bajo la protección de la Virgen de Altagracia salieron ilesos-, y lo que pasó en los años 1808 y 1855: 

     1808 La Guerra de Reconquista 
    2 de noviembre. El brigadier Juan Sánchez Ramírez se encontró en Yuma con sus tropas.
    3 de noviembre. Entró en Higüey. 
    4 de noviembre. Después de una misa celebrada por el Pbro. Ignacio Morilla, cura párroco de Higüey, “para elevar sus oraciones a la milagrosa virgen de la Altagracia por el triunfo de la causa española”, salió para El Seybo. 
     5 de noviembre. Llegó a El Seybo e inmediatamente empezó a organizarse. 
    7 de noviembre. Se libró la batalla de Palo Hincado a 3.5 kilómetros de El Seybo en dirección a Hato Mayor. De más de 1,000 franceses, solamente unos trece salvaron la vida. Su comandante, Ferrand, se suicidió. Fue un encuentro decisivo que permitió a España recuperar la antigua parte española de la isla.
 
     1855 Invasión Haitiana por el general Soulouque 
     La Batalla de Santomé se efectuó el 22 de Diciembre de 1855, en la sabana del mismo nombre en San Juan de la Maguana, entre el ejército invasor haitiano comandado por Solouque y el ejército dominicano comandado por el Gral. José María Cabral. 
     En una carta al Presidente Espaillat, escrita por el Canónigo Don Gabriel Moreno del Christo [(1831-1905), el párroco de Higüey], el 20 de mayo del 1876, decía: 
 “En la guerra épica que sostuvimos con Haití el Batallón de Higüey ocupó siempre la vanguardia. Permítame ud. referirle un episodio que presencié en 1855. 
     «...Solouque organizó por última vez una invasión formidable y por descontado aquí no quedó quién no empuñara las armas; el entusiasmo no tenía límites. Antes de partir, todos adoraron y besaron la Imagen de Nuestra Señora de la Altagracia. Cosa admirable! Yo los arengué en la plaza, asegurándoles que la Virgen les serviría de impenetrable escudo; y a su regreso volví a dirigir la palabra a esos mismos, sin faltar uno solo; que todos salieron ilesos a pesar de haber recogido manojos de los laureles de la victoria más cumplida.» 

    ...y una historia oral sobre La Batalla de Santomé 
    Curiosamente, en Haití hay una historia oral que cuenta que los dominicanos ganaron la batalla por la intervención de Nuestra Señora de la Altagracia. 
    Para contrarrestar el impacto de aquel rumor, se dice que el Emperador Soulouque “inventó” la aparición de la Virgen de Saut d’Eau, en Ville Bonne Heure. 
    La misma fuente nos cuenta que lo que pasó -de verdad-, fue que el Cónsul Francés en Puerto Príncipe envió un mensaje a Soulouque informándole de una insurrección en Puerto Príncipe. Sin confirmarlo, Soulouque salió en seguida por su capital, abandonando a sus hombres para que volvieran como pudieran, y los dominicanos cayeran sobre ellos. 
    — Entrevista del autor con Père Jacques Mésidor S.D.B., Sacerdote Salesiano, Fondation Vincent, Cap-Haïtien, enero 2003. 
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 FUENTES PRIMARIAS 

Los tres fuentes primarias para información sobre la batalla de La Limonade son: 
     —AGI, Sevilla. Audiencia de Santo Domingo, Legajo 65. El documento contiene una carta del Presidente de Santo Domingo, Don Ignacio Pérez Caro al Rey, con fecha 22 de febrero 1691, (recibido el 7 de agosto, y presentado al Consejo el día 8), acompañando por un “Relación verdadera de la fheliz victoria que las Reales Armas de S. M. Catholica consiguieron del françes enemigo en la ysla Spañola de Sancto Domingo en la Batalla de Puerto Real el día 21 de henero de este año de 1691”, de 7 folios, trascripción del lo cual se puede encontrar en el Documento no 41 de la “Colección Histórico-Documental Herrera”, en la Biblioteca de la PUCCM, Santiago. 
     Sigüenza y Góngora, Carlos de. “Trofeo de la Justicia Española en el Castigo de la Alevosía Francesa”. En México por los herederos de la Viuda de Bernardo Calderón 1691
     —Sigüenza y Góngora, Carlos de. “Relación de lo svcedido a la Armada de Barlovento a fines del año paffado, y principios de efte de 1691”. Con licencia de los superiores en México por los herederos de la Viuda de Bernardo Calderón año 1691.     (Esta Relación sirvió de base a la obra anterior de la que es una ampliación). 

 OTRAS FUENTES 
    Las bajas 
    Según las crónicas de la época, los franceses tuvieron 400 bajas, incluyendo el Gobernador de Saint-Domingue, Tarin De Cussy, y la gran mayoría de su plana mayor, mientras los españoles tuvieron 47 muertos y 130 heridos. 
    Pons, F. Moya. Historia Colonial de Santo Domingo. Santiago 1974. Págs. 195-196. 

     Los criollos regresaban sanos y salvos
     “El triunfo de La Limonade se le atribuye a la intercesión de la Altagracia, a quien se le hizo el voto de celebrarle una gran fiesta, si los criollos regresaban sanos y salvos. El voto se cumplió en 1692 y la fiesta permaneció y creció hasta nuestros días”. [documento firmado por el Arzobispo Isidoro Rodríguez Lorenzo, (1767-1788)] 
    — Cfr. Utrera, o.m.cap., Fr. Cipriano de Nuestra Señora de Altagracia. Ciudad Trujillo. 1940. Págs. 85-86. 
     En un pie de página, el buen Fraile añade: “Tomado de una copia manuscrita incorporada en un cuaderno de Capellanías de la parroquia de Bayaguana, al que le falta la hoja en que se terminaba el Decreto. Por esta razón se desconoce la fecha del mismo”. 

     Los macheteros de Higüey y del Seybo 
     “Correspondiente al Este (Seibo e Higüey) el mayor numero de hombres que sabían manejar el machete, arma que Moreau de St. Mery [menciona] en su obra como poderoso artefacto del criollo dominicano para abatir reses montaraces, y ya sabemos que al Este de Higüey se hallaban las más notables y ricas porciones de terreno llamado de “montería”. Estos, pues, alistándose en calidad de buenos “artistas” del machete, acudieron al llamamiento que en aquella ocasión se les hizo, y sea que estuvieran debajo de las ordenes de don Pedro Miniel que mandaba a los lanceros que permanecieron pecho por tierra hasta recibir orden de levantarse y acometer, sea que los propios lanceros hayan de entenderse ser los macheteros de Higüey y del Seybo, no a las lanzas cabalmente, ni a las escopetas y lombardas, sino al espantable y terrible machete en combinación con las demás armas, se debió, que cercenada la cabeza del gobernador francés y las de sus oficiales, el triunfo se lo anotaron por suyo los españoles, como ya esta dicho”. 
     Utrera , Fray Cipriano de: “Dilucidaciones históricas”. Santo Domingo: Imprenta Dios y Patria, 1927, tomo I, pág. 192. 
     “Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario”, Escritos (I). Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional, Volumen VIII. Santo Domingo 1994. Pág. 321. 
 
    El Machete 
    Lanceros de la región del Este tomaron parte en este combate y como ofrenda a la Virgen trajeron una espada o machete que depositaron junto al altar [en el Antiguo Santuario, Higüey] y se conservó allí hasta el año 1822, cuando por el peligro de la dominación haitiana lo retiró el cura del Santuario, don Mariano Herrera y Savinón. Se dice que era el machete con que cercenó la cabeza del Gobernador Francés, Tarin De Cussy. 
    Memoria de la Basílica Menor de Santa María, Virgen de la Altagracia, Higüey, CORDE 1971. Pág. 10. 
     Alfau Durán, Vetilio “Origen de la Celebración del 21 de enero en Higüey” Listín Diario, sábado, 21 de enero, 1967
     — “Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario”, Escritos (I). Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional., Volumen VIII. Santo Domingo. 1994. Pág. 321.

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